Señor hoy los niños de nuestra hermandad se presentan ante tu altar, para ofrecerse a ti, y como símbolo te entregan dos tórtolas de pan, como recuerdo de las que ofrecieron tus padres José y María el día que te presentaron en el templo de Jerusalén.

Estas dos tórtolas que te entrega cada niño, son símbolo del sacrificio de Dios. En ellas se representan a Jesús y a María. Se ofreció en sacrificio al Redentor y a la Corredentora, juntos inseparablemente en la obra de la Salvación. Dios Padre recibió la ofrenda de Su propio Hijo y también la de su Madre, Ntra. Sra. del Rosario.

Las dos tórtolas ofrecidas en sacrificio en Jerusalén dos mil veintitrés años atrás, unieron indisolublemente a Madre e Hijo en la obra de la Salvación, frente a Dios Padre. Jesús murió física y místicamente por nosotros en la Cruz, pero su Madre lo siguió en todo momento, de tal modo que también sufrió místicamente la Pasión de su Hijo amado. Así, el misterio de la Redención va unido al de la Corredención de María.

Nosotros queremos con este gesto unirnos también a ti, y que tu Santísima Madre, Nuestra Madre, sea siempre nuestro consuelo y guía en el peregrinar por este mundo.